El zurdo
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Poema
El zurdo
Daniel Lemus Murillo
Conocí una vez a un hombre zurdo
que conocía a tres mujeres,
zurdas también;
degustaron entre ellos toda la noche.
La derecha nunca estuvo implicada.
Las mieles recorrían de izquierda
a izquierda, derramándose,
supurando sueños
de hemisferios izquierdos.
La creatividad nunca estuvo implicada.
Era pura lógica:
lógica en la cama,
en la alfombra,
en el piso debajo de la alfombra.
La pared nunca estuvo implicada.
Raciocinio puro escurriendo,
escurriendo en lenguas,
brazos, muslos, piernas
y entrepiernas.
La metáfora nunca estuvo implicada.
Degustaron formas,
sabores, sonidos y aromas;
todo en uno,
uno en todo (en todos).
La insipiencia nunca estuvo implicada.
Toda una orgia sensorial:
trenzas de brazos, piernas y pies;
solo la carne estaba presente,
entre las voluptuosidades
de esas mujeres complacientes.
La censura nunca estuvo implicada.
Y así continuaron,
frotándose toda la noche,
desgastantes, sangrantes,
degradándose de más en más
hasta desaparecer toda izquierda
de sus cuerpos humeantes.
Solo mitades derechas quedaron al final.
Todo dolor, toda angustia y sufrimiento
se evaporó con la izquierda del zurdo
y de las damas.
Solo el mirar de ojos derechos quedó en la cama,
en la alfombra y en el piso debajo de la alfombra.
Y el testigo silente,
mi yo más voyeur…
Bueno, ese sí estuvo implicado.
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